cuando mis ojos ya han de cerrar,
y no hay nada que ocupe mis sentidos,
mi mente, falta de pensamiento, recurre a ti.
Tan inocente como el caer de una pluma,
tan gentil como el caer al vacío,
tu retrato llega a mí.
Mis parpados caen sobre tu figura,
estrujándola entre lágrimas y azul.
Para arrastrarte hasta aquí conmigo,
y que la falsa, perpetua locura
pueda continuar.
Título cortesía de Paola Gomez
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