En los momentos en que el tiempo 
resucita lo enterrado en el pasado; 
engendros de deseos prohibidos que 
  con sangre tibia y manos ciertas 
acarician tus memorias, 
excitando la imaginación 
e invitando al delirio, 
recurre a ti mi existencia.     
Para anclarse a tu figura, 
y dejándose guiar por tu aliento 
naufragar al fin en tu pecho 
donde el vaivén de tu respiración 
me empujará hacia la orilla de tus labios.    
Donde beberé moribundo del néctar de la vida 
y moriré al fin en paz,
  mientras me consume el fuego de tu mirada 
y me alejo en la distancia 
flotando por última vez 
en las aguas de tus ojos 
para acariciar nuevamente tu rostro 
cuando al fin me convierta en lágrima.
 
