viernes, 27 de febrero de 2009

Quisiera dejar de ser para serlo

Quiero sentir como nunca he sentido,
más allá de los sentidos,
de lo físico y la razón.
Más denso que la emociones,
más que la vida,
el deseo y el amor.

Quiero sentir donde no existo,
donde la muerte y la vida son una,
donde el ser no es humano,
y el pensar no es testigo del existir.
Porque no existe,
y lo que existe no existe
porque la existencia
nunca ha sido parte de la existencia.
Y lo real e irreal son irreales,
porque son irrelevantes
a la existencia no existente.

Quiero escapar
por que el ser humano es insuficiente,
hermoso, perfecto y limitado
a lo irreal de lo que la realidad
limita a la realidad.
Que no existe en su propia inexistencia.

Quiero ver más allá de la imaginación,
quiero destruir mi existencia,
y sentir dolor,
mientras desgarro mi cuerpo y mi ser,
dejando a un lado los pedazos,
para ver mientras se pudren
y como de entre la sangre
nacen al fin los trozos de mi alma,
nueva, restaurada e incompleta,
fea e ilimitada,
y en toda su gloria,
un paso más cerca
de lo que al ser perfecto
imaginé como realidad.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Lo que en el éter y sueños fue, en ellos se quedarán

Una vez cansado,
cuando mis ojos ya han de cerrar,
y no hay nada que ocupe mis sentidos,
mi mente, falta de pensamiento, recurre a ti.
Tan inocente como el caer de una pluma,
tan gentil como el caer al vacío,
tu retrato llega a mí.
Mis parpados caen sobre tu figura,
estrujándola entre lágrimas y azul.
Para arrastrarte hasta aquí conmigo,
y que la falsa, perpetua locura
pueda continuar.

sábado, 21 de febrero de 2009

Rima XXV (Gustavo Adolfo Béquer)

XXXV

¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día
me admiró tu cariño mucho más,
porque lo que hay en mí que vale algo,
eso... ni lo pudiste sospechar.

Rima XXIII (Gustavo Adolfo Béquer)

XXIII

Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... ¡yo no
qué te diera por un beso!

Rima XXII (Gustavo Adolfo Béquer)

XXII

¿Cómo vive esa rosa que has prendido
junto a tu corazón?
Nunca hasta ahora contemplé en el mundo
junto al volcán la flor.

Rima XXI (Gustavo Adolfo Béquer)

XXI
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul;
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

Rima XI (Gustavo Adolfo Béquer)

-Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?
-No es a ti: no.

-Mi frente es pálida, mis trenzas de oro,
puedo brindarte dichas sin fin.
Yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?
-No: no es a ti.

-Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible:
no puedo amarte.
-¡Oh, ven; ven tú!

Rima XLI (Gustavo Adolfo Béquer)

XLI

Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!
¡No pudo ser!

Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme!
¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder:
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!


jueves, 19 de febrero de 2009

Adiós amor

Quisiera finalmente poder decirte adiós,
hacerlo formalmente,
con un beso y una flor.
Pero la distancia es grande
entre tu mente y mi corazón,
el cual recibí en el correo el otro día
junto a una nota de perdón.

¿Y pues cómo decirte adiós
si temo no encontrarte?
¿Cómo decirte adiós
si he de perder el camino?
Pues lo haré en este papel,
el mismo que haz enviado,
sin formalidades ni rodeos,
sin remordimientos y deseos:

Adiós amor
y hola amiga,
bienvenida de regreso a mi vida,
perdóname pues te he fallado,
hace meses que no te he hablado,
y hace mas que no te he mirado.

Perdóname amiga pues te he negado.
Preferí vestirte de trajes dorados,
y adornar tu recuerdo con hermosos brocados.
Revestí tu amistad en mi mente,
y equivoqué tus caricias y abrazos.

Perdóname amiga pues te he amado.
Te he amado y no me arrepiento.
Fui feliz amiga, no te miento,
pero la felicidad del ciego es ciega,
y yo nuevamente veo.

Así que adiós amor
que tanto te quise,
imposible así como eras,
perfecta, hermosa e inalcanzable.

Adiós amor, mucho te quise,
pero la vida fue injusta,
y no a mi favor.

Amor, te obsequio olvido,
te quedará bien, lo prometo,
te mantendrá a mi lado
y seguiremos juntos,
ambos ignorantes del pasado.

Que te parece amor?
Póntelo quiero verlo…

¡Amiga te ves hermosa!
hace mucho que no te veía,
ven, cuéntame todo,
quiero saber que es de tu vida…

(…adiós amor,
y no hasta luego…)

No te daré por imposible

Aún no te daré por imposible,
no permitiré que mueras dormida,
no diré adiós a tu calor,
sin haber antes conocido tu ternura,
no diré adiós a tu sonrisa,
sin antes haber probado tus labios,
no diré adiós a tu abrazo,
sin antes haberte tenido en mis brazos,
no daré por hecho que no pueda
existir en mas de un espacio a la vez,
hasta que el tiempo que dicten tus labios
me lo impidan.

No dejaré un lugar a la duda
y ningún espacio a la posibilidad,
hasta que haya visto
lo largo y el final de cada camino.

Hasta que tus manos estén frías
y tus lagrimas amargas,
hasta que desaparezca de tus ojos
toda sombra de un deseo,
y con voz firme me ordenes que me vaya.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Te voy a pintar de rojo

Te voy a pintar de rojo 
de rojo oscuro 
liquido y satinado.   

Te voy a pintar de rojo 
y te mezclaré con negro,
 negro vacío, 
cruel, e inexistente.   

Te borraré con negro de mi lienzo 
y te secarás en mis espátula, 
descartada en un rincón, 
endurecerás ahí hasta el polvo 
y soplaré con mi pincel mientras ría, 
el negro escurriéndose por mis manos, 
acrílico y permanente.   

Te pintaré de rojo sobre tu naranja
convirtiéndote, transformándote, 
volviéndote fuego… y arderás, 
perdiéndote en el negro 
que salpico sobre ti 
a modo de humo y sombras 
¡arderás! irreconocible pero hermosa, 
hermosa, perfecta y completa.   

Te quemaré con rojo y negro, 
creando calor en color, 
y arderás lentamente, 
el aceite prolongará el sufrimiento 
y serás perfecta en tu fin 
mientras el negro borra tu memoria, 
tu rostro, y tu existencia.  

Quemarás lenta y dolorosa, 
y estallarás en el más bello de los colores, 
pero antes te pintaré de rojo, 
y te cubriré con negro antes de tu fin, 
así morirás perfecta y extraña, 
escondida y solitaria 
en tu momento de gloria, 
así te arrancaré de mi existencia, 
separándonos con rojo y negro, 
pintados al fin sobre el vidrio 
para borrar tu reflejo de una vez.

Tu vestido era naranja

Siempre te recordaré naranja, 
un naranja imposible,
sutil, directo y sensual. 
Siempre te veré naranja, 
suave, dulce… naranja.   

Naranja como tus labios, 
blandos, maduros y tiernos, 
naranja como tus manos húmedas, 
ágiles y atrevidas, 
naranja como tu pelo, 
oscuras lenguas de fuego 
suspendidas en desafío, 
envolviéndote en sus vueltas, 
teñidas de naranja.   

Tu vestido era naranja, 
un naranja perfecto,
sutil, directo y sensual. 
Tu vestido era naranja y ardía al caminar, 
marcando el paso con estallidos, 
los murmullos y miradas, 
al son de su repicar.   

Tu figura entera ardía, 
abrasada en tu vestido 
tan naranja y singular.   

Había fuego en tus mejillas, 
en tus pasos y en tu andar, 
había fuego destructivo, 
seductivo y animal, 
tras tu falda una estela, 
un encanto adicional, 
tú aroma tan extraño 
anaranjado, sin igual…    

Siempre te recordaré naranja,  
en complicada simplicidad, 
sumergida en tu encanto, 
ardiendo y fugaz. 
El relámpago de un deseo, 
de el fuego de un quizás.   

Siempre estarás así en mis recuerdos, 
naranja, 
ardiente, 
quemando, 
consumiendo, 
¡no más!